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martes, 21 de enero de 2014

COMO TE EXTRAÑO...TANTO TIEMPO TE ESPERÉ Y HOY YA NO ESTÁS JUNTO A MI...PENSAMIENTO CON LINDAS IMÁGENES.


Era una de aquellas tardes en las que el sol se esconde y una pequeña luz refleja la luna; como todas las tardes yo, mirando a través de la ventana de mi cuarto, recuerdo con nostalgia aquellos momentos contigo, sé que no volverán, pero suspiro al pensar que pueden venir mejores, solo espero el día en que estés a mi lado otra vez.
Mientras veo las calles oscuras y el tráfico moribundo, me pongo a pensar en esos días en los que, en esas mismas veredas, solíamos caminar de la mano mientras tú me hablabas con ternura y me decías cuanto me amabas. De repente un sonido rompió el silencio de mis recuerdos y me trajo al presente, era el teléfono, contesté:
-¿Aló?
-¿Amor?
-¡Hola!, ¿Cómo estás? Creo que me leíste la mente, justo pensaba en ti.
-¿En serio? Cada vez más tengo la certeza de que, de alguna manera, estamos conectadas. 

-Como siempre tú, con tus lindas palabras que le roban sonrisas a cualquiera, bueno cuéntame, ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo por allá? -Justo para eso te llame querido, yo estoy bien, pero las noticias que te tengo, ¡Están mucho mejor! -¡Por fin!, después de tantas cosas malas, una buena noticia. -Si amor, lo sé, pero déjame decirte que no solo es una buena noticia, sino, ¡una excelente noticia! Es algo que hemos estado esperando por muchos años.
-No me digas que… -¡Sí! me aprobaron la visa y estaré llegando a mediados de este año.
-(Silencio). -¿Amor? ¿Aún estás ahí? -Sí, aquí estoy. -¿Pasa algo? -No nada –llorando-, no tengo palabras para expresar la alegría que siento en este instante. -Te entiendo perfectamente mi amor, de la misma manera me sentí yo cuando me dieron esta noticia, bueno más tarde te llamo otra vez, sabes que ando ocupada y si me ven hablando por teléfono aquí en el trabajo, ¡me matan! -¡Claro! Te entiendo, espero tu llamada para hablar de esto y me des más detalles. -Listo amor, te amo, ¿sí? -¡Yo también y mucho! -Okey, un beso.

Desde ese momento, la alegría inundó mi ser, salté y grité de emoción, me sentí el chico más feliz del mundo. Pasaron los tres meses restantes para junio y dentro de estos meses, amanecí y me acosté con una sonrisa gigante. Junio se convirtió en mi mes favorito, lo esperé con tanto anhelo y me pareció increíble ver el calendario y saber que faltaban unos pocos días para poder por fin verte. Aquel martes recibí tu llamada y me confirmaste la hora en la que saldría tu vuelo, te noté nerviosa y ansiosa a la vez, era natural en una persona que en unas horas vería a un ser querido que no ha visto en años, te despediste con ternura y emoción, jamás me imaginé que esa iba a ser la última vez que escucharía tu voz… 
Mientras conducía por la autopista hacia el aeropuerto, encendí la radio y pasaban mi canción favorita, nada podría ser mejor, pensé. El locutor anunció una noticia de último minuto, era un accidente aéreo, el vuelo número 105 había caído al mar.
Frené el carro con violencia, no podía creerlo, ¡No quería creerlo!, en ese momento solo atiné a acelerar y conducir sin respetar ninguna regla de tránsito. Llegue al aeropuerto y solo encontré a gente como yo, desesperada por información acerca de sus familiares en ese vuelo.


Pase los días y noches reclamándole a Dios lo sucedido, ¿Por qué? ¿Por qué la pusiste en ese vuelo?, ¿Merecía eso? ¿Para qué esperar tantos años? ¿Para esto?, me arrancaron el corazón, sentí que mi vida no tenía sentido y me seducía la idea del suicidio. Desde aquel entonces nunca más volví a ser el mismo, mis amigos solo sentían pena por mí y me apoyaban pero nunca supieron la impotencia y el dolor que sentía.
Aún sigo con la cicatriz de tu partida, te fuiste pero siento tu respiración calentándome las mejillas, y ahora, otra vez mirando a través de esta ventana, recuerdo tu voz y tu dulzura, lo único que quiero es ir contigo, te extraño mamá.


Por muy fuerte que sea el dolor: por mucho que se extrañe, por muy difícil que sea vea el camino de la vida...Hay que seguir viviendo, hay que seguuer avanzando, hay seguir soñando y nunca perder la fe y la esperanza que el tiempo aminore la tristeza y desolación...

Nunca darse por vencido, por muy dura que se vea la vida, hay que seguir creyendo, hay que seguir viviendo.